lunes, 21 de noviembre de 2016

ANOTHER LAW IS POSSIBLE

All is here
Se puede discutir:
     sobre fútbol –el juego del R. Madrid contrapuesto al del F.C. Barcelona;
     ajedrez –las aperturas del noruego Carlsen frente a las  del indio Anand-;
     de literatura –Cervantes y Shakespeare-;
     la política se ha balanceado entre el liberalismo y el socialismo, resurgiendo últimamente los nefastos movimientos populistas que nos recuerdan a los nacidos durante los inicios del segundo tercio del S. XX.
     ¿podemos discutir sobre derecho?…
Estas cuestiones se muestran como duelos que parecen eternos en los que aún queda mucha tela que cortar.
En la actualidad, el mundo del derecho, al igual que todas las actividades sociales, ha multiplicado sus aristas, sus puntos de vistas o prismas hasta el extremo que son difícil de resumir o codificar como antaño.
Por supuesto, el derecho codificado, que tuvo su cenit en el S. XIX, sigue siendo vigente, válido y, a pesar de lo que podría pensarse, útil para resolver muchos de los problemas que han surgido dos Siglos después; pero siempre, y hoy mas que nunca, el axioma de Agustín de Hipona según el cual “las personas se aferran a su parecer, no por verdadero sino por suyo”, sigue persiguiéndonos en nuestra labor cotidiana.
Come to paradise
Es por ello que, ante la realidad de aceptar con un solo click, contratos y términos (envueltos sobre el papel envenenado del precontrato),  aceptar políticas de privacidad y registros cargados por el diablo sin leer una palabra del contenido del documento, es un riesgo que corremos a cambio de una contraprestación cibernética que, en la mayoría de las casos, nos lleva a un puerto seco y varado.
Lo mas importante es descifrar cual es el contenido de esos contratos, desarrollo que por extenso no cabe en este post y será tratado convenientemente en próximas entregas.
Aquí sólo pretendemos alzar la voz en aras a un sistema jurídico que pueda ser analizado como un ente objetivo, como una partida de ajedrez; mediante estadísticas reales y fiables, en las que, sobre todo las grandes corporaciones y los Estados, informen sobre las verdaderas consecuencias de ese click, y sobre todo nos provean de un paraguas que nos proteja de ese gesto aparentemente inocente que puede convertirse en un colmillo afilado amenazante para la integridad de las huellas únicas de nuestros dedos...

Cosas que pasan

  






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