En esta
ciudad volcánica, los campesinos con manos negras y rotas, rasgadas por el
trabajo duro del campo, se levantan muy temprano para formar larguísimas colas
y ser atendidos por el interventor de la entidad financiera
donde tienen depositados todos los ahorros nacidos del sudor, la fatiga y a
veces hasta la sangre derramada.
Los
portales de esta blanca ciudad están repletos de tornillos que sujetan doradas
placas anunciando despachos de abogados ávidos de litigar contra cualquier compañía relacionada con el sistema bancario.
En esta
soleada mañana de primavera, un viejo abogado viaja en avión, acomodado en clase
business; abre su flamante maletín de cuero napa y, acompañado de su joven pasante, se dispone a revisar los aburridos argumentos sobre la
enésima demanda colectiva que interpondrá contra el Banco Alegan, S.A.
basada en la falta de transparencia de la cláusula quinta bis inserta en un
préstamo hipotecario y que, a todas luces, deberá ser considerada abusiva.
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Cosas que pasan... |